De un comunista, al Ministro Iturriza

chavez y el cheUn fantasma recorre Venezuela. Muchos quisiéramos que fuese el fantasma del comunismo (el cual siempre anda por ahí presente). En nuestro caso, lamentablemente, es el fantasma del anti-comunismo, y no de parte de nuestro enemigo histórico (que hoy se reduce a la MUD, Fedecámaras y la burguesía en general). El anti-comunismo de nuevo tipo viene de supuestos sectores revolucionarios, el nuevo priorato de Sion que creen ser los defensores del Santo Grial del legado de Chávez.
Son fáciles de reconocer. Gastan recursos y se aprovechan de los medios de comunicación para descalificar a la izquierda revolucionaria que acompaña al proceso bolivariano. Se venden como una fuerza nueva, joven, con ideas frescas producto de discusiones colectivas, que están contra los “manuales” y poseedores de toda la sabiduría popular que proviene del pueblo pobre venezolano. De igual forma, son expertos en entablar una guerra contra la academia y cualquier forma de educación formal, pero son profesionales egresados de esas universidades a las cuales odian, y utilizan las herramientas obtenidas para caracterizar la realidad que los circunda. Odian a la clase media profesional, pero forman parte de ella. Detestan a lo que llaman “izquierda de cafetín”, pero su militancia de reduce a “sancochos” y “juntadera”.
Ese nuevo sector anti-comunista, de carácter oportunista por sus contradictorias posiciones ante las políticas públicas del gobierno bolivariano, es reconocido por tener una “renovada” postura cercana a los principios del anarquismo primitivo de Proudhon, en el cual se niega cualquier forma de desarrollo tecnológico y productivo en la sociedad como forma de avanzar hacia mejores condiciones materiales de existencia de la población en general. Hablan de “quemar la fábrica” de “cerrar las escuelas” y de que todo “vayamos al conuco” a vivir la vida simple. Su principal argumento radica en que estas son creaciones del capitalismo, y que cualquiera que promueva el desarrollo así planteado, simplemente reproduce el capitalismo, por eso su anti-comunismo. Pero, a su vez, son incapaces de hacer una crítica a la política económica del actual gobierno, que dista muchísimo que querer avanzar hacia el conuco, aunque también pareciera estar guerreados con la idea de industrializar el país. Pero eso no es el asunto de esta réplica al compañero ministro de cultura Reinaldo Iturriza.
En las redes sociales existe una polémica, que cada día toma más fuerza, entre quienes militamos en la izquierda y hacemos la crítica necesaria, y este sector que parecieran tener otros intereses, o simplemente no sufren el día a día como lo sufrimos todos los que no tenemos medios de producción y vivimos de un salario a cambio de nuestro trabajo. Ante esa polémica, el día 2 de octubre, en su blog https://elotrosaberypoder.wordpress.com/2015/10/02/nosotros-comunistas-en-la-era-del-chavismo/, el ministro escribe un artículo llamado Nosotros comunistas, en la era del chavismo, en la que expresa:
“Yo pertenezco a una generación de comunistas muy soberbios, no por comunistas, sino por inmaduros, que le tocó empezar a militar en un ambiente incomparablemente hostil: el del “fin de las ideologías”. 
Interesante, el Ministro afirma pertenecer a esa izquierda que hoy despotrica. Que dicen que fracasó porque supuestamente no entendía al pueblo como si lo entendió Chávez, porque, según esta corriente, no tenían fe en él. Pero habla de fracaso quien está en el poder y afirma, en ese mismo artículo “Pero vivimos la que quizá sea la hora más difícil de la revolución bolivariana.” ¿Esa hora difícil no es también una muestra de poca eficacia política en el manejo del Estado y del poder? Es una pregunta que me hago, ya que si hemos tenido mejores momentos, ¿Por qué en el avance para construir una nueva sociedad, pareciera que estamos retrocediendo con la cierta posibilidad de perderlo todo y volver a fracasar? Y amigo mío, no es la izquierda (que no tiene cargos de dirección) la responsable de los resultados que se están obteniendo.
El ministro insiste “A estas alturas, y sobre todo en las actuales circunstancias, cualquiera que se autodefina como militante de izquierda tendría que haber superado la falta de confianza, en sí mismo y en el pueblo venezolano, que le hace actuar con tanta altanería”.No compadre, confianza tenemos, en la formación, en reconocernos como parte del pueblo, ese que sufre, que ve como no rinde la quincena, el que hace colas por horas bajo el sol faltando a una jornada de trabajo. ¿Cómo acusas de falta de fe a la vieja izquierda? Está bien demostrado que una de las fallas tácticas de los movimientos revolucionarios latinoamericanos, fue creer que con la insurgencia, el pueblo iba a hacer una revolución como la rusa o la cubana y, mi compadre, eso es FE EN EL PUEBLO. Cuando Chávez salió a la palestra pública en el 92, la gente no confiaba en su origen militar, fue invirtiendo muchas horas/hombres, con muchos de esos militantes de izquierda, quienes en los 90 fueron construyendo lo que hoy es el chavismo, y 16 años después, seguimos teniendo fe en un pueblo que no siempre demuestra las mejores actitudes.
Nos dice el camarada Ministro
“Hay una generación de jóvenes militantes de izquierda, marxistas-leninistas, algunos de los cuales incluso reivindican a Stalin, que no vivió la década prodigiosa que vio insurgir al chavismo (la década de los 90, tan inexplorada, tan poco pensada, tan incomprendida), que vio de lejos los primeros combates del chavismo ya con el control del gobierno, y que obligado a vivir la hora más difícil de la revolución bolivariana, responde con una actitud absolutamente contraria a la audacia: refugiándose en los conceptos elementales del materialismo histórico, en cualquier cosa que le permita lidiar con ese exceso de realidad que es siempre una revolución que atraviesa por circunstancias adversas.”
Este es el párrafo más triste del escrito. Un ataque frontal a una generación de jóvenes que creemos en el marxismo, en la idea, en la praxis. Si algo me ha enseñado camaradas del partido, es que unos de los principios fundamentales que guía la ética de un comunista, es la fe profunda en el pueblo, sea este cual sea. No caeré en la tamaña tontería de decir como si fuese un pecado ser seguidor de Stalin, eso se lo dejo a la derecha burguesa y el Trotskismo. ¿No es soberbia referirse a esta generación como canuta respecto a lo que se vivió en los 90, es decir, decirnos ignorantes e incultos? ¿Es acaso su propia generación de jóvenes clase media confundidos la que si conoce realmente cómo fue la génesis del chavismo? ¿Es válido que un hombre de 30 años se diga hijo del 89 pero un comunista no puede reivindicar a Marx y Engel y el materialismo histórico? Si es de pensarnos, vamos a pensarnos de verdad, no desde la retórica y el eufemismo.
Nos acusan de no creer en el pueblo. Ellos dicen que el capitalismo hay que superarlo, y por eso se van a las relaciones sociales que se viven en el barrio, en los sectores populares. Pero les hago esta pregunta (ya que su moda es “cuestionar” todo) ¿Las relaciones sociales entre los individuos no son el reflejo del modo de producción material en el cual se generan? A lo que voy, creer en el pueblo no es sacralizar absolutamente todas sus manifestaciones, sino sería aceptar las corridas de todo, los toros coleados, las peleas de gallo, los linchamientos, que las cosas se resuelvan a machetazos, el machismo, el abandono paterno de la familia, la viveza criolla, la corrupción, entre 10 mil manifestaciones arraigadas en nuestra cultura popular, que no nos llevan a una sana convivencia entre las personas, porque hemos crecido bajo las relaciones sociales capitalistas, eso está en el plan de la patria, y es lo que debemos superar.
Los comunistas no criticamos al pueblo por hablar mal, no lo criticamos por no tener la ropa limpia, no odiamos a los pobres. Los comunistas comprendemos dialécticamente que lo que somos como cultura, se ha construido históricamente con relaciones antagónicas entre los trabajadores y los dueños de medios de producción. Cuando una gran mayoría debe distribuirse una pequeña porción de la renta nacional, pues le toca establecer relaciones de supervivencia, y eso es el origen de la competencia, el envite y azar, de la violencia criminal, del sálvese quien pueda. Reproducir eso, con un discurso sociológico bien trabajado, no pareciera tener las intenciones de construir el socialismo, sino de ratificar el carácter capitalista de nuestra sociedad.
Ni hablar de la teoría del abandono. Si dices que el Estado es un simple aliado, y que la revolución no está en tomar el poder, defendiendo de esta forma a funcionarios corruptos y contrarrevolucionarios, entonces eres fiel seguidor de la idea individualista de formar tu propio nicho “libertario” y no tocar en lo más mínimo al modo de producción capitalista. Eso, está lejos de ser revolucionario y solidario, es un pensamiento completamente egoísta.
Para termina, la izquierda no es el enemigo, a menos que simplemente veas en la revolución socialista peligrar tus propias aspiraciones individuales, quedando, de esta forma, tu accionar en el juicio de la historia. Seguiremos defendiendo el marxismo, haciendo análisis de la realidad capitalista que se vive en Venezuela, no creemos, ni tenemos, manuales, pero si somos parte de la clase obrera, sabemos sus vivencias, las vivimos, y luchar por mejorar nuestra situación, es luchar por mejorar la situación de nuestra clase. Nuestro combate seguirá siendo el de las ideas, el del estudio, seguiremos investigando, escribiendo, criticando, seguiremos yendo a las comunidades, a las fábricas. ¿Seguiremos fracasando? Es probable, pero la moral comunista, ni se compra, ni se vende.